martes, octubre 24, 2006

La educación en Argentina

Las cifras de la educación son bastante aceptables, vistas por sí solas; consultando las estadísticas de la UNESCO sobre Argentina, los números muestran un país bien preparado. En estos días, justamente, un informe destaca sus aspectos positivos en el contexto latinoamericano. Sin embargo, para cualquiera que conozca las cifras más de cerca, esto no puede conformar, ni mucho menos.
Dado que el Ministerio de Educación redacta un proyecto de Ley de Educación, es ahora la época oportuna de puntualizar problemas y ofrecer soluciones. En los próximos meses, se irán acumulando aquí apuntes que puedan servir en algo. Quizá sean sólo impresiones, pero esperando que a alguien le interesen y se sume.
Para comenzar por algún lado, quisiera remitir a los dos artículos escritos antes sobre Chile, en los que se menciona la educación más de una vez. Algunos de los elementos que valoro allí no son mensurables en un párrafo de una ley, o no veo cómo lo serían: por ejemplo, la preocupación nacional por el resultado del exámen de aptitud que habilita para la Universidad, tanto de los estudiantes de escuela media, que sus últimos dos años están masivamente dedicados a su preparación, así como a enterarse de las distintas oportunidades que ofrecen las universidades o escuelas de formación terciaria, como de las escuelas, que desarrollan planes orientados a preparar para el exámen, o los padres, que siguen de cerca esa preparación.
Releyendo lo que escribo, creo que sí se pueden decantar elementos para una ley:
  • El exámen nacional es obligatorio (en algún momento trataré el español). No es viable entrar a una universidad estatal sin pasar por ese exámen, que establece prioridades en base al puntaje y las vacantes disponibles. Se establecen listas de espera de los matriculados que se resolverán por el orden de precedencia de los resultados.
  • Los últimos dos años tienen un aspecto de preparatorio para la admisión: así, una serie de actividades están programadas para capacitar, por un lado, y para hacer conocer la oferta de estudios. Existen dos o tres ensayos del exámen durante este período.
  • Las escuelas son valoradas en base a los resultados de sus alumnos. Existe un ranking de calidad de las escuelas que es leído por todos.
  • El rendimiento de las escuelas no sólo se sigue por este medio, sino por examinaciones periódicas de establecimientos y educadores.
  • Las universidades ofrecen sus servicios en las escuelas; no esperan pasivamente la inscripción, sino que salen a dar a conocer sus especialidades.
Aquí no estoy hablando de la calidad del contenido de esa enseñanza, que no conforma ni a los propios chilenos, sino de la vía en la que se construye. Considero que sobre una base racional, el contenido es mejorable. Pero una base caotica desperdicia el trabajo.
Soy conciente que un exámen es limitativo, y que es muy cuestionado en Argentina. Pero sin un exámen de admisión se produce un período muy estéril inicial, que es bien conocido por el caso de la Universidad de Buenos Aires, obligada a mantener una estructura especial (el CBC-Ciclo Básico Común) para atender a miles de postulantes en una primera etapa que se supone que es orientativa: el trabajo que debiera cubrirse en el período anterior. Pensar en un curso de un año que sea nivelador, es ocultar el problema de la insuficiencia del período previo. De todas formas, puede tomarse al CBC como un exámen de ingreso, algo que pudiera servir para proponer un plan que mejorara el período de transición hacia estudios superiores o especializados.

Los números de las estadísticas marcan rasgos gruesos del nivel de instrucción, pero no conforman cuando se conoce la sociedad: no hablan en detalle de la calidad, ni de la profundidad de los conocimientos adquiridos. De esto hay que seguir hablando, y proponiendo...

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