miércoles, enero 16, 2008

La próxima Universidad

Lo leí en algún lado, y olvidé registrar el orígen del enlaces. Le pido especialmente disculpas a quienquiera que fuera el que me lo hizo notar. El País de España publica una nota de Elena Sevillano sobre los próximos pasos de la universidad española "Aula del futuro, profesor del pasado"), que si bien registra algunos apuntes críticos, nos habla de una universidad que pudiera ser ejemplar para otros, en lo que a mí respecta, seguramente para Argentina.
La nota está motivada en la ya inminente coordinación y aproximación de las universidades de la Comunidad Europea en un espacio común "que obligará a todas, desde 2010, a ser más participativas, integradas, adaptadas a la tecnología y con tutorías más individualizadas".
El artículo pone el acento en el retraso existente entre el cambio en procedimientos, tecnologías y medios, y la cultura de enseñanza del cuerpo de profesores. Este es un punto que sin duda es importante, pero que pierde relevancia frente a la potencia del modelo de estudio que se está proponiendo. Mucho desearía que la palabra "participación", que evoca tomas de rectorado en Argentina, significara lo que aquí se describe:
Cada alumno irá a clase con su portátil, las clases serán más pequeñas, semicirculares, con wi-fi; el aula magna desaparecerá del día a día reservándose para las charlas puntuales de grandes expertos, se reforzarán las tutorías y los alumnos de todo el campus podrán interactuar a través de la Red.
(...) el vendedor de crecepelos -"el que piensa: suelto mi rollo y, si nadie puede hablar conmigo y me he traído la parte de teatro bien ensayada, no tendré problemas", escenifica Capdevilla- que todavía hoy puede dar el pego, a duras penas sobrevivirá a una tutoría o a una clase más pequeña, personalizada e interactiva.
(...) Mercedes Sanz, profesora del departamento de Filología y Culturas Europeas en la Universidad Jaume I de Castellón, manda y recibe tareas en el campus online, organiza foros de discusión con sus estudiantes y, el año pasado, tuteló en una de sus materias a una de sus alumnas, erasmus en Alemania, a golpe de Internet, correo electrónico y webcam.
Lara María Pérez Llopis pisa poco los despachos de tutorías; 9 de sus 14 asignaturas de segundo de la carrera de maestro están activas en el aula virtual de la Jaume I y, cuando tiene dudas, se conecta y envía una consulta a su profesor, que responde en un máximo de 48 horas. Tres cuartos de su clase utiliza esta herramienta para bajar documentación, mirar notas o chatear en la cafetería virtual. Su grupo echa mano del Google Doc cuando no puede quedar para un proyecto: trabajan en red y, a la vez, en un mismo documento compartido.
El presente de Mercedes y de Lara, que lleva el ordenador portátil a todas partes, se conecta desde casa y busca cobertura wi-fi como si fuera una zahorí: da pistas del peso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (las TIC) en la nueva Universidad, explica Jordi Adell, responsable de Educación y Nuevas Tecnologías de la Jaume I: "Habrá más acceso a las aulas virtuales, a los aprendizajes informales y a las comunidades profesionales y científicas". Los emisores de información se multiplican. Las distancias, las fronteras, se pulverizan: "Un estudiante podrá cursar asignaturas en otros campus".
"El e-learning avanzará en algunos masters, pero su verdadera explosión, aunque no a corto plazo, se dará en la formación continua", estima Antonio Artés, vicerrector de Posgrado de la Universidad Carlos III de Madrid. Para alumnos como los de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), un referente de e-learning en España: su media de edad es de 30 años, 9 de cada 10 trabaja, y 4 de 10 tiene hijos; buscan ampliar conocimientos en su puesto actual, promocionar en su empresa, cambiar de empleo. Son cerca de 45.000, un cuarto de fuera de Cataluña.
En los grados irá ganando terreno un "modelo mixto de formación semipresencial con clases presenciales concentradas" y, el resto, online, vaticina Adell. Ya sean trabajos en grupo por Internet o clases virtuales. La parte presencial, que nunca llegará a desaparecer según los expertos, será más participativa
Mala señal, a estas alturas, que un campus no esté conectado aún a Internet. "El 100% de las universidades públicas tienen cobertura wi-fi", asegura Sebastián Muriel, director general de Red.es, una entidad dependiente de la Secretaría de Estado de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información que impulsa Campus en Red para favorecer el desarrollo de "e-learning, localización o transmisión de voz a través de las redes IP (VoIP)", según rezan los objetivos del programa.
"La Universidad Politécnica de Madrid (UPM) organiza un certamen de robótica, Cibertc. Los grupos inscritos reciben clases sobre conceptos generales, y después cada cual diseña su proyecto, tutelado por un profesor. Compiten con otros robots que rastrean, juegan, esquivan obstáculos. Gana el que mejor haya resuelto las cuestiones que se les hayan ido planteando". Javier Uceda, rector de la Politécnica de Madrid, pone este concurso como ejemplo de cómo se aprende haciendo, learning by doing, se permite el anglicismo.

En su opinión, éste será el modo de hacer en el futuro. Y cambiará la propia estructura física del aulario, para permitir una mayor interacción. "Las aulas tendrán un entorno semicircular, con una pantalla donde proyectar imágenes". No es que esté echando a volar la imaginación, es que la UPM ha comenzado con esta línea de remodelaciones. Y anuncia más: "Habrá que organizar salas donde reunirse y trabajar en grupo e individualmente". Sus bibliotecas disponen ya de un servicio de préstamo de portátiles.
"Los economistas no hacemos futurología", bromea Carlos Berzosa, rector de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), cuando se le plantea hablar sobre el futuro. Pero el futuro es ya una realidad reflejada en el espejo anglosajón y en las directrices del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), que debe estar totalmente implantado en 2010. "Se pondrá el acento en el aprendizaje activo, no en los apuntes dictados; habrá más seminarios y tutorías, y los grupos se reducirán", enumera. Entre otras cosas, porque disminuyen los matriculados. "Cuando yo era decano de Económicas teníamos 14.000 alumnos; ahora son 6.000", compara.
Las aulas menguarán en tamaño y se multiplicarán en número: "Haremos como los cines que se convierten en minicines", pone el símil el rector. Pero sin que desaparezca ni el aula magna ni la clase magistral "del profesor con mayúsculas", a modo de conferencia multitudinaria. Berzosa y Uceda coinciden en que la presencia de los alumnos en el campus se extenderá más allá del horario lectivo.
(...) la Universidad del siglo XXI habrá de tener cintura para adaptarse: "Dejará de estar casi limitada al aprendizaje inicial para convertirse en escenario natural de la formación permanente y en socio habitual de la formación continua (a las empresas)". En una economía del conocimiento, "se producirá una estratificación vertical, horizontal y funcional de las titulaciones: vertical porque veremos una pérdida relativa de valor del título de grado y un papel más determinante y diferencial de los posgrados; horizontal porque se dará más importancia a en qué universidad se ha obtenido un título; funcional porque títulos del mismo nivel y centro tendrán un valor de mercado muy distinto según su especialidad". En una sociedad global "destacarán unos cuantos títulos de reconocimiento transnacional: doctorados europeos, escuelas de negocios de proyección internacional, titulaciones coronadas con becas en el exterior, titulaciones de un puñado de universidades globales", pronostica."No podemos ser buenos en todo", apunta Josep Eladi Baños, vicerrector de Docencia y Ordenación Académica de la Pompeu Fabra, que ha potenciado sus materias "más brillantes" hasta especializarse en biomedicina, humanidades y ciencias sociales y de la comunicación. El campus barcelonés inició su proceso de adaptación al crédito europeo en 2004; desde entonces, las actividades presenciales se han reducido en un 20%, "y van a seguir haciéndolo", augura; entre el 70% y el 80% de sus nuevos matriculados estudian ya según los planes europeos. "Si se hace bien, supone más trabajo para profesores y alumnos pero, a cambio, se consigue un mejor rendimiento académico", expone el vicerrector

Cómo se ven las carreras futuras:
¿Qué carreras estudiarán estos atletas? No desaparecerá ninguna, según las previsiones de Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en Salamanca y promotor del portal INNOVA de educadores en Red, pero crecerán más "aquellas que corresponden a tecnologías productivas y sociales con una demanda creciente, o que representan un cambio económico generacional: biomedicina, informática, audiovisuales, educación, políticas públicas...". Una parte cada vez mayor de su actividad, en investigación y en enseñanza, "se desarrollará en colaboración con otras entidades públicas y privadas".
Para el autor de la nota, y para los catedráticos entrevistados, el punto de discusión es la calificación de los profesores para implementar el modelo. Sin embargo, éste parece suficientemente creativo como para intentarlo. Y en otros lugares, no estaría de más rever y comparar sus modelos de enseñanza.

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