lunes, mayo 03, 2010

Fernando Flores a cargo de Innovación en Chile


A propósito de la importancia dada a la innovación desde los gobiernos, me gustaría destacar la decisión del presidente chileno de poner a cargo del Consejo de Innovación a Fernando Flores. El ex senador tiene mérito más que suficiente para hacerse cargo de la promoción de la innovación, y, a diferencia de muchos funcionarios públicos, tiene la ventaja de sumar a su carácter de emprendedor, el conocimiento de las reglas de la política, y, mucho mejor, conocimiento de las nuevas tecnologías, y visión estratégica. Mauricio Bertero reproduce en su blog el reportaje que le dedica Pamela Zúñiga, en La Segunda, de Chile. De allí quisiera destacar dos o tres conceptos:
Inercia mental e innovación:

Lo más complicado de estos cambios es la inercia mental, que la gente cambie. La gente muchas veces no se entera de los avances; si lo hace, tiene que aprender a usarlos, y luego se masificará, pasando a otra etapa. Acá, claramente, este aparatito [hablando del Kindle] va a ser tan histórico como el iPhone, y en poco tiempo más vamos a ver una guerra con Google, HP, y no me extrañaría que en tres años tengamos una máquina china igual, muy barata, porque esos mercados necesitan menores costos”.

“No me cabe ninguna duda de que antes que este gobierno termine, el ministro de Educación va a estar poniendo estos aparatos en los colegios, y la pregunta más importante es cómo generar con esto mejor comprensión de lectura, mejores lectores, estudiantes más motivados”, asegura.

Innovación requiere otra velocidad que investigación:

¿Debería potenciarse la innovación, sobre todo ahora que estamos en etapa de reconstrucción?

—Sí, yo creo... Pero lo más importante es poder diferenciar la innovación de la ciencia y la tecnología. Se topan mucho, pero son muy diferentes. La innovación tiene urgencia, por qué el mundo habla de innovación hoy día y no se hacía hace 20 años. Hoy el mundo avanza muy rápido, todo cambia muy rápido. Esto ocurre porque la naturaleza de la tecnología digital es exponencial. Hoy nos demoramos se gundos en bajar un libro a través de internet, cada vez en dispositivos más pequeños. Eso tiene la innovación: irrupción y rapidez, y eso es lo que la ciencia y la tecnología en sí no tiene.

¿Nos ha costado mucho entender la diferencia en Chile?

—Claro, cuesta mucho entenderlo. Acá nos estamos manejando con distintas escalas del tiempo. Hay cosas que se han estado haciendo por la ciencia base y la tecnología por parte de Conicyt y Corfo y hay que invertir mucho más también. La pregunta es cuál es nuestra labor, porque no puede ser la misma.

Una de nuestras labores es atisbar el futuro. No puedo predecir cuál de estas máquinas (iPad o Kindle) será más exitosa, pero sí que van a cambiar los hábitos de la gente y veremos que aquí hay una oportunidad. Quien no se meta en esto, quedará fuera.

La segunda cosa es que cómo esto se hace en la cultura norteamericana y se necesita en la hispana, quienes primero se metan en esa industria tienen una tremenda oportunidad. Si fuera una empresa chilena, puede hacer productos que los comprarán en México o Barcelona. Si nos demoramos, vamos a tener que comprarles a esos países.

Es sólo un ejemplo que se puede generalizar en muchos otros aspectos.

Sobre la ejercitación metódica de la innovación:

¿Hay que tener una visión más amplia de la innovación?

—Me da risa que hay muchos tipos que no han hecho ninguna innovación, y dan cátedra sobre cómo hacerla. Debemos abrirnos y ver que no hay métodos para la innovación. Si los hubiera, se acabaría la velocidad y la irrupción, que son claves.

Sobre la búsqueda de oportunidades en el mundo periférico:

¿Qué opina de la política de clusters que se impulsó en los gobiernos anteriores?

—Esa es una idea inventada por Michael Porter y que se ha tomado como una metodología de la innovación. Yo diría que hay otras complementarias a esa. En un país chico como el nuestro, el desarrollo de ciertas áreas y de ciertas personas claves es importante. Ahí está el caso de Humberto Maturana y Pablo Valenzuela. Han desarrollado tecnologías, relaciones en otras partes del mundo, y luego se trajeron esa visión para acá. Cuando uno sale a estudiar afuera no sólo se trae el conocimiento, se trae mundo, contactos, experiencia.

¿Tenemos que tener una visión menos centralizada de la innovación?

—Las tecnologías hoy no pueden verse como fenómenos locales. Uno no puede pensar hoy en empresitas chicas para el mercado local chiquito. Se debe pensar al revés: cómo mi empresa se puede insertar en el mundo dentro de algún nicho específico. Al final, hay que ir evolucionando con prácticas a los clientes.

Si uno elige a “pick winners” o dejo todo a los mercados, no resulta. A nivel del Estado, no se debe apostar a productos, sino a sectores y dejar después, en la última parte, que los empresarios tiren el carro. Por ejemplo, si no se invierte nunca en biología molecular, nunca se podrá tener una industria biotecnológica en el país.

La labor de personas como yo, y no hablo a nombre del Consejo, es ayudar a atisbar, a atraer la atención y a conectarse a cosas de este tipo.

Y tratar de seducir a los empresarios, porque la inversión en I+D ha caído fuerte en los últimos años.

Ahí hay una labor de diálogo, pero también hay una labor que está fallando del Estado y la sociedad política. Los empresarios comenzarán a invertir en innovación cuando se den ciertas condiciones... Y no hay que pensar sólo en los empresarios chilenos, pueden ser extranjeros. En la India uno se encuentra con un tremendo centro de Microsoft, por ejemplo.

Uno tiene que invertir en ciertos nichos tecnológicos que no funcionan sin un cierto apoyo del Estado. Un ejemplo es el caso del Mega Telescopio (E-ELT). Las condiciones naturales de Chile, sus condiciones geopolíticas y la seducción que hace el Estado para que ocurra. Una vez que se instale, toda la industria turística, la industria de aparatos y servicios se podría desarrollar. Y eso dependerá de si hacemos innovación.

Un caso interesante de innovación fue lo que hizo Carlos Cardoen en Santa Cruz, con el Tren del Vino, un hotel de 4 estrellas, un museo. Eso fomenta el turismo cultural. ¿Por qué no hay cinco o seis proyectos de esos en Chile? El no inventó la rueda, trajo una idea del extranjero, porque la innovación se trata justamente de eso, de una mutación de lo que ya existe.

Supe de Fernando Flores en época del gobierno de Ricardo Lagos, hace seis o siete años. Lo escuché más de una vez en los programas de la mañana de Libardo Buitrago. Entonces me causó una gran impresión, y me preguntaba qué posibilidades tendría de llegar a "ser gobierno". Ahora tiene las cartas en sus manos. Un acierto más en la persistente carrera de los chilenos hacia un estado adecuado al siglo XXI.

Una semblanza de Flores, en palabras de Sebastián Edwards. Una visión general suya, en Wikipedia.

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