Cerrando los comentarios sobre los planes de Telefónica, vale la pena reproducir
lo que Enrique Dans publicara hace algunos días. Inversión, innovación, liderazgo, son conceptos algo alejados de las propuestas de la compañia, como Dans comenta al periodista que lo interroga:
Marimar Jiménez, de Cinco Días, mantuvo conmigo una conversación telefónica y me envió posteriormente algunas cuestiones por correo electrónico para el artículo que publicó ayer, titulado “Telefonica abre la caja de los truenos” (...). Como es habitual, inserto a continuación el intercambio completo de preguntas y respuestas:
P. ¿Cómo valoras el anuncio de Telefónica en Santander sobre el tema de las tarifas planas?
R. El anuncio es, fundamentalmente, una desvergüenza. Me parece inaceptable decir que tu negocio, que mantiene unos saneadísimos resultados financieros desde hace mucho años, está al borde de la “quiebra del sistema” cuando tu volumen de inversión en infraestructura ha estado sistemáticamente muy por debajo del requerido para un país como España. No es de recibo dejar de atender las obligaciones intrínsecas de tu negocio y después venir a decir que tienes que subir tarifas o limitar calidad de servicio en un país que, con respecto al resto de su entorno comparable, se mantiene prácticamente en la edad de piedra. Que España tenga según todas las métricas las conexiones más caras y más lentas de su entorno es culpa de quien es. Los sistemas no se colapsan por naturaleza porque lo evita la necesaria inversión en infraestructuras, no hay más que darse un paseo por mercados como los de los países nórdicos, Japón o Corea del Sur para ver que no es así: pretender que un negocio tan floreciente como el de las telecomunicaciones está al borde de la quiebra es pretender hacer comulgar a la opinión pública, al gobierno y al regulador con auténticas ruedas de molino. Lo que no se puede hacer es mantener las infraestructuras de los años setenta, explotar el mercado con precios y condiciones claramente abusivas, y ahora pretender preparar al mercado para condiciones más duras aún. Si durante años no has tenido a bien atender tu negocio, déjalo y que venga otro que sí se comprometa a hacerlo.
P. ¿Ves oportuna la nueva política comercial en el momento actual? ¿Cuáles pueden ser las ventajas y los inconvenientes?
R. Si Telefonica quiere limitar las tarifas planas, es un problema de Telefonica. No corresponde a los usuarios poner los precios de los productos de ninguna compañía. Lo que a los usuarios nos toca en ese caso es solicitar a gobierno y regulador garantías suficientes de que el mercado funciona, y que por tanto, si Telefonica deja de ofrecer tarifas planas, otros operadores aprovechen el hueco de mercado que Telefonica deja y las mantengan o mejoren. Si se demuestra que en nuestro país el mercado realmente no existe como tal, entonces corresponderá al gobierno asegurar que exista, porque sin un mercado de telecomunicaciones eficiente resulta imposible asentar un modelo de crecimiento económico y de futuro sostenible. Lo que ha hecho Telefonica y la falta de control sobre ella ha sido hipotecar el futuro de todos, descuidar las infraestructuras, y amenazar la competitividad de España como país. Al privatizar la compañía, se le entregaron kilómetros y kilómetros de infraestructuras, y no se le hizo asumir compromisos serios sobre las inversiones necesarias para mantenerlas en situación competitiva: eso fue un error que pagaremos mucho tiempo. Telefonica es una empresa muy rentable porque, llevada por un criterio exclusivamente financiero, descuida los factores básicos de su negocio, como quien aspira a ordeñar una vaca permanentemente y que siga dando leche sin proporcionarle alimento alguno.
P. Telefónica lo ha planteado ligándolo a otra cuestión: la saturación de la red. ¿Crees ciertamente que la red de Telefónica y de otras operadoras están saturadas? ¿Y cuál crees que sería la solución?
R. Telefonica pretende crear una imagen de carestía inexistente: que asumamos que “la red no da más de sí” porque algunos usuarios “la utilizan demasiado”, o porque misteriosamente nuestro uso aquí en España “satura mucho más” que usos mucho más exigentes en Tokio, Seúl o Helsinki. Es completamente absurdo, y debe recibir la respuesta adecuada: invierte en mejorar la capacidad de tus infraestructuras, y verás como no se saturan. Si la estructura de costes de Telefonica no admite la inversión necesaria en infraestructuras, entonces es que Telefonica no es competitiva, y debe dejar su lugar a operadores que sí lo sean: ¿cómo se explica que con una infraestructura como la que tiene haya estado cobrando a los españoles precios a todas luces abusivos a cambio de servicios de baja calidad? Se supone que el regulador debería tomar medidas en este ámbito tomando como base países comparables al nuestro, ¿no? Ahora, Telefonica pretende o bien subir las tarifas de manera global, o limitar el volumen de descarga de las tarifas planas, o incluso eliminar la neutralidad de la red: se habla hasta de establecer “calidad tempo real”, “calidad oro” para empresas, y “calidad best effort” para particulares, cada una con sus esquemas de precios, algo que literalmente acabaría con la naturaleza de Internet como lo conocemos. Que cada uno compre a las operadoras el ancho de banda que quiera y necesite, pero que en ningún caso se metan a arbitrar con los orígenes, destinos, protocolos o contenidos que circulan por la red. Eso no les pertenece, no tienen ese derecho ni lo deben tener.
P. ¿Crees que en el transfondo de todo está el que las operadoras quieren ‘reinventar’ el negocio futuro ligado a Internet? ¿El querer acabar con la neutralidad de Internet?
R. En el trasfondo está el querer adecuar Internet a lo que las operadoras creen, en su horizonte de empresas cotizadas y resultados trimestre a trimestre, qué sería mejor para ellas. El problema es que lo mejor para las operadoras, en este caso, resulta ser lo peor para la sociedad en su conjunto, y es completamente inaceptable: eliminar la neutralidad de la red es lo mismo que matar Internet y las características que hicieron de Internet lo que es a día de hoy, y, sobre todo, el futuro imparable que le espera. La neutralidad de la red entendida como no discriminación del tráfico en función de origen, destino, protocolo o contenido es completamente innegociable, debe ser protegida por ley, es una característica de la red que hay que asumir como tal, y quien no lo haga se convertirá en un enemigo de Internet y de los intereses de la ciudadanía.
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