El 4 de marzo, James Bach escribe que "La calidad está muerta" en la creación de software. Pero el desarrollo de su nota apunta más bien a un modelo de negocios, antes que a una posición general sobre el desarrollo de software siguiendo patrones de calidad.
Ciertamente apunta a un problema su indicación de que la cesión del desarrollo y actividade de control a terceros a través del outsourcing disminuye la calidadad del producto. Al menos, es frecuente la crítica de desconexión entre solicitante y encargado de los trabajos, así como la desconfianza en la real capacidad de empresas (abundantes referencias a India), y la devaluación de algunas certificaciones de calidad.
También es cierto que la media probablemente maneja criterios mucho más laxos que los recomendables tanto en la construción como en el control, y no alcanzarían varias páginas para dar ejemplos.
Lo importante de su observación es que, si las empresas que desarrollan software, y aquí habla de aquellas cuyo negocio es esto mismo, si estas empresas son empujadas por el mantenimiento de un retorno elevado de utilidades, entran en un ciclo de renovación de productos que termina degradando la calidad de aquello que entregan. Bach habla reiteradamente de quien probablemente sea el mayor impulsor de este modelo, Microsoft, señalando en las sucesivas entregas de versiones de Windows un grado de inmadurez que ha terminado minando la confianza en sus productos.
Estamos ante una crisis que parece que marcha a ser mayor que la de 1930. ¿Se generalizarán las malas prácticas en pro del abaratamiento del producto final, o se mantendrá un modelo más conservador? Estas son épocas de crudo darwinismo. Quizá el más fuerte no sea el mejor.
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